Una liebre vivaracha se encontrar en el bosque un alce negro que andaba perdido y desconocen su propia identidad. la liebre decidió ayudar le a encontrar su hogar de forma que fue preguntando a cuantos animales se encontraron por el camino. Sin embargo, los habitantes del bosque jamás habían visto un alce tan negro como aquel: su cuerpo era negro, sus cuernos eran negros y hasta sus dientes eran negros como el tizón. ¿De dónde había salido? Nadie lo sabe.
Un pequeño ratón busca comida por todas partes hasta que, por fin, encuentra un delicioso trocito de queso. Pero, justo cuando se dispone a disfrutar de su hallazgo, todo se complica. Ahora el OSO mira al lobo, el LOBO mira al perro, el PERRO mira al gato, el GATO mira al ratón, y el RATON mastica y mastica despacio, intentando encontrar una salida.
Alejo, el cangrejo ermitaño, ha crecido y necesita una caracola nueva más grande. Así que, entusiasmado, inicia la búsqueda de su nueva casa, Pero lamentablemente, con ninguna de ellas termina de sentirse a gusto. Alejo se desanima y, cuando piensa que ya nunca encontrará su caracola soñada, sucede algo inesperado y fabuloso.
Una vaca está triste porque se ha separado de su ternera. No le apetece comer y se ha quedado en los huesos. Un día recibe noticias de su hija y poco a poco va recuperando su buen ánimo. La historia, divertida y sensible a la vez, recorre las cuatro estaciones del año, las cuales van dejando su huella en cada escena.
Anacleto, el esqueleto, acude a su cita de enamorados en el cementerio luciendo su pajarita roja y oliendo a su colonia favorita: Acqua di Calcio. Quiere estar perfecto para la ocasión. Pero a punto de cumplirse la hora señalada… ¡HORROR! Anacleto descubre una pequeña mancha en el peroné de la pierna derecha. Sin pensarlo bien se lo quita para limpiarlo. Después se quita el omóplato, luego una costilla, y así, uno tras otro, los huesos van desapareciendo del esqueleto.