El dragón al que se enfrenta sir Wayne no pasa por un buen momento. Ha perdido su llama. Y para un dragón que escupe fuego, eso es un GRAN PROBLEMA. Sin embargo, el valeroso y ocurrente sir Wayne tiene una idea para ayudar a su adversario. Prepararán la receta más picante del mundo mundial y así seguro que consiguen que el dragón vuelva a tener un aliento abrasador. ¿Lo lograrán?
Ha llegado la hora de que Shelby comience su hibernación, pero parece imposible que un oso pueda dormir en ese dichoso bosque lleno de pájaros carpinteros y ardillas que roen su comida ruidosamente. ¿Podrá nuestro querido Shelby encontrar un lugar tranquilo en el que hibernar?
Maisy está enfadada porque su hermano Ed no le presta sus muñecos de dinosaurios. Ed piensa que los tricerátops y los tiranosaurios no son cosa de chicas. Pero Maisy sabe que está equivocado. Sólo lo dice porque él no ha visto nunca a la enorme, fiera y poderosa ¡Tiranosauria!
El unicornio de esta historia no es como los demás unicornios. A él no le gustan los arcoíris, ni las flores, ni las cosas brillantes Él prefiere el color negro y los días lluviosos. A veces se siente tan diferente que se pregunta si realmente tiene sentido tener amigos que son tan distintos a él. Este cuento nos recuerda que no tenemos que ser iguales para mantener una bonita amistad.
Chocar los cinco es una forma alegre de saludar a un buen amigo. ¡Pero puede ser mucho más que eso! ¿Sabías que cada año se organiza un concurso mundial de chocar los cinco? Pues ahora ya lo sabes. ¡Y, además, vas a ser uno de sus participantes! ¡Corre! ¡Tu entrenador te está esperando!
Éste tendría que ser un cuento sobre un Lobo Feroz que sopla y sopla hasta derribar las casas de los cerditos, que engaña a Caperucita Roja para comerse a su abuelita Pero no podrá ser, porque el Lobo Feroz llega tarde. ¡Otra vez! No hay un solo día que llegue puntual al cuento que le toca y el resto de los personajes se enfadan con él. ¿Pero alguien se ha parado a pensar en lo difícil que es ser el Lobo Feroz de todos los cuentos?
Saturnino es un langostino obsesionado con la limpieza. Se pasa el día barriendo y fregando, ordenando las conchas del suelo marino y sacándole brillo a las escamas del resto de los peces. la obsesión del langostino Saturnino les salvará la vida cuando unos terribles y malolientes piratas los pesquen con la intención de cocinarlos en su puchero.
Es domingo por la tarde. Hace viento y llueve. Pero a Bella no le importa porque está en su habitación leyendo un libro alucinante. Ni siquiera cuando el capitán Alberto el Flatulento le propone que lo acompañe a buscar un tesoro enterrado en la isla del Diablo o cuando un cuarteto de pingüinos aficionados al jazz la invitan a participar en su espectáculo, Bella deja de leer. ¡Y es que no hay nada tan apasionante ni maravilloso como un buen libro! John Kelly y Elina Ellis nos ofrecen una divertida historia que celebra la imaginación y el placer de la lectura.
¡Buaaa!, no quiero meterme en el agua’, lloriquea Emil Pato. Emil tiene miedo. Pero Henry lo tranquiliza y le muestra paso a paso lo fácil que es nadar. Y, efectivamente, Emil puede nadar ¡completamente solo!
La pequeña protagonista de este libro siempre dice no. No quiere sentarse a la mesa para cenar, no quiere acabarse el brócoli, no quiere cepillarse el pelo… Sus papás están un poco agotados por su conducta y le piden que diga sí de vez en cuando. Lo que no esperaban era que su pequeña fuese a decir que sí justo a un nervioso gorila que ese mismo día llamó a su puerta.
El protagonista de esta historia está cansado de ser tan bajito. Sus compañeros de clase no dejan de llamarlo enano, pitufo, retaco…, y ni siquiera puede montarse en todas las atracciones de la feria. Pero eso no es lo peor. En un momento de enfado, ha lanzado su osito de peluche por los aires y se ha quedado atrapado entre las ramas de un árbol. Y, como es tan bajito, no puede rescatarlo…
Cuando Amy nació no tenía mucho pelo; en cambio, papá tenía un montón. Luego, Amy y papá tenían la misma cantidad de pelo. Amy creció un poco más, y ya tenía más pelo que papá. Y es que el pelo de papá había empezado a desaparecer. Amy intentó ayudarlo a encontrar su melena, pero se había ido… Y en cambio, la de la pequeña no paraba de crecer. Crecía tanto tanto tanto, que papá tuvo que inventar algunos peinados de otro mundo para que pudiese caminar por la calle sin arrastrar la melena.