Agitando despacio sus alas, sin levantar apenas viento, llega tranquilo y en silencio, el señor abeja a su hogar. al final de la jornada, tan solo quiere descansar. Cri, cricri, cricricri no puede ser. De lunes a domingo, en las páginas de este libro, el señor abeja no logra dormir por culpa de un imperceptible CRI. ¿Quién será el extraño vecino que emite ese ruido?